La toxoplasmosis es una enfermedad causada por el protozoo Toxoplasma gondii, un parásito que puede vivir en el interior de las células de los seres humanos y de animales como los gatos. Se trata de una infección con una alta incidencia en todo el mundo y en muchos casos, pasa inadvertida para quien la contrae, sin embargo, resulta muy peligrosa durante la gestación, ya que puede perjudicar seriamente la salud del feto.
¿Cómo puedo infectarme de toxoplasmosis?
- Si comes carne poco cocinada.
- Si tocas carne cruda y no te lavas las manos posteriormente.
- Al comer comida contaminada a través de cuchillos, tablas de cortar u otros alimentos que hayan estado en contacto con carne cruda.
- Si consumes frutas y verduras sin lavar ni pelar.
- Al beber agua contaminada.
- Si estás en contacto con heces de gato (al cambiar la arena) o tierra contaminada.
¿Qué ocurre si contraigo la toxoplasmosis?
La mayoría de los casos de infección son asintomáticos y en caso de presentar síntomas, suelen ser de corta duración y similares a una gripe común (fiebre, inflamación de los ganglios, cansancio, dolores musculares, etc.).
El problema radica en que el parásito puede atravesar la placenta e infectar al bebé, lo que puede provocar abortos no deseados, un parto prematuro, bajo peso al nacer, graves lesiones en la retina y en el cerebro (trastornos motrices, parálisis, epilepsia), pérdida auditiva, problemas de aprendizaje e incluso la muerte por encefalitis en quienes tienen un sistema inmune comprometido.
Aunque el índice de transmisión de la infección es mayor en las últimas etapas del embarazo -alrededor del 30% en el segundo trimestre y del 60% durante el tercero- la toxoplasmosis puede resultar más grave para el bebé si se infecta en el primer trimestre, ya que todavía está en proceso de desarrollo.
¿Cómo se detecta y qué tratamientos existen?
A través de un análisis de sangre se puede determinar la presencia de anticuerpos específicos de tipo IgG o IgM. Las mujeres que han contraído la toxoplasmosis antes de la gestación tienen un escaso riesgo de infectar al bebé; sin embargo, aquellas que no se han infectado deben extremar las precauciones.
En las mujeres embarazadas se suele indicar un tratamiento con antiparasitarios para disminuir el riesgo de infección fetal o reducir la gravedad de la enfermedad si ya se ha transmitido. Los niños con toxoplasmosis congénita que presentan síntomas deben recibir un tratamiento específico al menos durante un año.
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